Actualmente como mis paisanos atestiguarán, Guadalajara está de nuevo en remodelación. Al menos ya no estamos como cuando aquellas amenazas panamericanas, donde una vez que habían arreglado determinados carriles de circulación rápida, multarían a cualquiera que circulara por ellos que no perteneciera al contingente panamericano.
Se desistieron pero no de dejarnos una deuda impresionante.
Ahora en esta época de ventarrones, alguien decidió adoquinar lo que les faltaba de la Av. Chapultepec y nuevamente todos estamos con problemas respiratorios, choques en calles donde anteriormente había un tráfico ligero, etc., etc.
El dilema es que si ya vamos a tener todo ese malestar, pues ojalá hubiera un final interesante, como poner un metro subterráneo de oriente a poniente, o de perdida meter un cableado bajo tierra y desaparecer ese muladar aéreo que caracteriza a la ciudad, o es que nunca ¿a nadie se le va a ocurrir que no deberían estar tantísimos cables a la vista?
La misma historia en el barrio de Santa Tere, donde están agrandando las banquetas, usted sabe, es que como había un tráfico tremendo a las horas pico, bueno pues que haya más y a lo mejor así se entera de todo lo que se vende en la zona comercial pues va a tener bastante tiempo de pausa para otear.
Me recuerdan hace unos años las remodelaciones del centro donde se adoleció de la misma brillantez estratégica.
¿Quién gana? ¡Pues de entrada el compadre adoquinero!
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